domingo, 20 de junio de 2010

"Soldados de Salamina", Javier Cercas (2001)

Javier Cercas publicó en el año 2001, en Tusquets, Soldados de Salamina, novela que ha sido reeditada nada menos que cuarenta y un veces. En ella, Javier Cercas utiliza un periodo histórico tan importante y tan recurrido como la Guerra Civil española; sin embargo, lo que distingue a la novela de Cercas del resto de obras literarias y cinematográficas que utilizan este recurso para llegar con mayor facilidad al gran público, es la inclusión del personaje Rafael Sánchez Ferlosio y, unido a esto, la excelente manera de conjugar en un mismo libro realidad y ficción. Así, Rafael Sánchez Ferlosio fue el ideólogo de la Falange, además de escritor. Hasta aquí todo es realidad, pues el personaje existió y la Guerra Civil es un hecho histórico de nuestro país. Sin embargo, Cercas no pretende quedarse tan solo en las investigaciones puras ni ofrecernos un libro de seudohistoria, sino que intenta, y es evidente que lo consigue, valerse de esa Historia española para trazar su historia ficticia. Así, nos encontramos con un episodio que es el detonante de las investigaciones del protagonista, cuyo nombre también es Javier Cercas: la salvación casi milagrosa del ideólogo de la Falange, supuestamente fusilado, que huyó y fue encontrado por un miliciano del bando republicano, quien le perdonó la vida. El lector, tras leer la primera parte, se preguntará, llevado por la curiosidad, si este hecho ocurrió de verdad durante la Guerra Civil española o si es simplemente parte del mundo literario de la novela. Sin embargo, esa cuestión se irá desvaneciendo conforme la lectura vaya avanzando, pues el autor en ningún momento nos quiere hacer creer que eso es cierto más allá de la seudorrealidad de su ficción. Al final, lo que menos interesa es averiguar si aquello que se nos está contando es real o si el Javier Cercas que aparece introducido como personaje podría corresponderse con el Javier Cercas que firma la novela; lo verdaderamente importante e impactante es el saber hacer de la novela, el saber introducir en el seudotiempo de la novela momentos reales y personajes que de verdad existieron, como el escritor Roberto Bolaño, quien aparece retratado como personaje de una manera excelente.



sábado, 19 de junio de 2010

"La reina sin espejo", Lorenzo Silva (2005)

Lorenzo Silva publicó en noviembre del año 2005, en Destino, su cuarta entrega de una serie de novelas policiacas protagonizadas por la simpática pareja de guardias civiles Bevilacqua y Chamorro. Esta vez sus investigaciones acerca del extraño asesinato de Neus Barutell, una periodista conocida, los llevarán a Barcelona, lugar donde, según podemos entrever en las reflexiones psicológicas de Bevilacqua o Vila, como así lo llaman, este vivió momentos difíciles años atrás. Sin duda, es este ingrediente de la historia, además de la manera de mover y de introducirnos de lleno en las investigaciones policiales, el que hace de La reina sin espejo una novela interesante y capaz de provocar al lector grandes sesiones de simpatía, humor, nostalgia y reflexiones. Asimismo, resulta muy acertada la manera en que Lorenzo Silva nos lleva de la mano junto a los guardias civiles y nos proporciona un pase vip con el que podemos indagar en los sentimientos de algunos personajes, como el viudo de Neus Barutell o el propio Vila, o presenciar todos los pasos de la investigación policial.

No se trata tan solo de resolver un caso y de proporcionar al lector grandes dosis de intriga sin más, lo cual también está incluido en esta novela, pero, por encima de la incógnita que hay por resolver sobre quién o quiénes y cómo mataron a la periodista, se encuentran trazadas las relaciones interpersonales, así como las miradas introspectivas, a través de una manera de escribir clara, sencilla y precisa, perfilada con una acertada primera persona como voz narrativa. Los personajes se nos van presentando y van tomando cada vez más forma a medida que vamos avanzando en nuestra lectura.

Finalmente, son de gran interés los elementos intertextuales hallados en esta novela, sobre todo aquellos que nos remiten a la famosa obra de Lewis Carroll, Alicia a través del espejo. Se trata de una sabia y perfecta conjugación.



viernes, 18 de junio de 2010

"Manual de literatura para caníbales", Rafael Reig (2006)

Los Belinchón son una familia y generación de literatos movidos por el deseo de escribir la obra maestra. El problema es que todos ellos van por detrás de los movimientos literarios que se originan en cada época; así, uno de ellos se esfuerza por escribir el gran poema romántico cuando el Romanticismo ya ha llegado a su fin y se ha abierto paso el Naturalismo.

Rafael Reig utiliza el pretexto de los Belinchón para hacernos un recorrido nada convencional por todos los movimientos de la literatura hispánica, desde el Romanticismo de Larra o Espronceda hasta la literatura de nuestros días, con autores como Javier Marías. Por ello, no es extraño que encontremos la palabra “manual” en el título, ya que el autor pretende reestructurar la Historia de la literatura en lengua española, alejándose de los cánones tan asentados en los que se encuentra. Así, Rafael Reig, cual Nietzsche con martillo en mano, derrumba todas nuestras ideas forjadas sobre los autores más importantes de nuestra literatura y acaba con los manuales tan llenos de polvo que durante tanto tiempo nos han enseñado la vida y las obras de los autores. El propósito es claro: se trata de poner fin a esa mitificación de los autores literarios más prestigiosos, a la que, sin duda, han dado lugar esos manuales que tanto nos alejan de los literatos. Por ello, Rafael Reig, con grandes dosis de humor y perfecta irreverencia, nos acerca a los grandes clásicos y a los autores actuales, destruye las distancias entre lector y autor y nos presenta a esos escritores como lo que fueron y lo que son: personas de carne y hueso como todos nosotros, con defectos, que se dedican al curioso oficio de la literatura. Así, no es de extrañar que el autor nos hable de manera tan poco ortodoxa de la tan conocida homosexualidad de Federico García Lorca o de su afán de protagonismo en cada reunión.

Cada capítulo o, mejor dicho, cada tema está acompañado por unos ejercicios propuestos por el autor y unos comentarios en los que el propio Rafael Reig instala su propio canon literario, muy alejado de las premisas literarias y todo lo políticamente correcto.



miércoles, 16 de junio de 2010

"Amor, curiosidad, prozac y dudas", Lucía Etxebarría (1997)


Rosa, Cristina y Ana son tres hermanas y cada una de ellas representa un tipo de mujer: la ejecutiva perfecta, la mujer rebelde contra todo, refugiada en las drogas, el alcohol y el sexo, y la mujer deprimida.

Lucía Etxebarría eligió estos tres prototipos de mujeres para saltar al mundo literario con su primera novela: Amor, curiosidad, prozac y dudas. Por supuesto, ya el título nos da una gran pista del argumento de la obra: personajes perdidos, relaciones amorosas tormentosas y una controvertida relación con todo aquello que está prohibido o mal visto. Así eligió Lucía Etxebarría darse a conocer en el mundo literario. Por ello, nada de lo que aparece en el libro es casualidad: no es casualidad que los personajes principales sean mujeres, que una de ellas adopte una pose aparentemente vulgar y rebelde, que las tres estén marcadas por los sufrimientos amorosos, que otra sea una alta ejecutiva y que la otra esté deprimida y enganchada al prozac. El mensaje es claro: la autora quiere hablarnos de la imagen de la mujer y de sus problemas, quiere presentarse desde un primer momento como una escritora feminista. Sin embargo, no parece que la obra acompañe a esa empresa, que más bien podríamos catalogar como seudofeminismo. Así, encontramos en la novela numerosos clichés y estereotipos que, lejos de ahondar en el problema de las mujeres, nos presentan a una mujer que pocas quisiéramos ser. Da la sensación de que Lucía Etxebarría liga el feminismo con las drogas, el alcohol y, sobre todo, con tener que adoptar un rol que no tiene por qué ser el nuestro y que resulta exagerado. El hecho de que la autora nos retrate a la trabajadora nata como una mujer que solo se preocupa por su trabajo y sus negocios se aleja muchísimo de la realidad y no parece que contribuya a esa igualdad que tanto le gustaría reclamar a Lucía Etxebarría a través de sus obras. Todo lo contrario, la imagen de la mujer sigue siendo la misma: la mujer sigue estando esclavizada al hombre (ello se observa perfectamente en las depresiones post-relación sentimental) y solo encuentra su salida si se comporta como un hombre. Por si esto fuera poco, nos encontramos frente a una prosa manida, impostada y que no consigue que el lector llegue a introducirse de lleno en la historia, sino que lo aparta de ella. Es evidente cómo Lucía Etxebarría quiere llamar la atención y resultar controvertida a través de Cristina, pero, lejos de ello, lo que realmente consigue la autora es ofuscar al lector con un planteamiento tan cutre sobre la desigualdad entre hombres y mujeres y la lucha continua de la mujer, muy alejado del verdadero feminismo y de la novela feminista de verdad, como Simone de Beauvoir o Virginia Woolf.