viernes, 17 de septiembre de 2010

"Nocilla Experience", Agustín Fernández Mallo (2008)


Nocilla Experience es la segunda entrega de la trilogía Proyecto Nocilla, de Agustín Fernández Mallo. El autor la define como un caleidoscopio ficcional; así, en la misma línea que su predecesora, recoge retazos, imágenes, momentos, trozos de novelas, recortes de prensa. Todo cabe en ese mundo nocillero, parece decirnos Fernández Mallo con su obra, pero, por supuesto, todo tiene cabida si sabes cómo incluirlo y dónde. 
Por tanto, no se aleja el escritor de ese extrañamiento ni de esa guerra contra el hilo argumental y sigue abogando por una literatura fragmentada, donde el lector pueda navegar libremente por un mar lleno de recortes ficcionales. Asimismo, quizá podríamos comparar el libro con un museo donde se encuentran colgados numerosos cuadros por los que las personas se van paseando.
Sin embargo, lo que diferencia a Nocilla Experience de Nocilla Dream es el manejo de las situaciones y de los personajes, así como las imágenes, las cuales consigue hacer más suyas Agustín Fernández Mallo. En consonancia con esto, cabe resaltar el hecho de que el escritor logre interiorizar de manera más satisfactoria todas esas referencias culturales que aparecen en la obra y que le sirven de apoyo para su prosa.
Con respecto a los personajes y a sus situaciones, estos los vemos mucho más sólidos, mejor planteados. Así, resultan emocionantes las referencias y semejanzas entre las historias y las situaciones de distintos personajes, e incluso nos llegamos a asombrar al vislumbrar cómo un personaje logra salir de su viñeta para acceder a la del otro; de forma que Fernández Mallo relaciona finalmente dos historias que nada parecían tener que ver. Sin embargo, siempre lo hace siendo fiel a su no-argumento.
Todo esto nos hace pensar que el escritor ha conseguido encajar mucho mejor, y de manera más personal, las piezas que conforman ese rompecabezas llamado Nocilla Experience, o, también podríamos decir, literatura, pues, como ocurre en la obra de Fernández Mallo, todo se encuentra interrelacionado.



sábado, 14 de agosto de 2010

"Yo, también", Álvaro Pastor y Antonio Naharro (2009)

Daniel es un chico sevillano de 34 años con síndrome de Down; sin embargo, esta discapacidad no le ha impedido ser el primer europeo con esta deficiencia en obtener dos títulos universitarios: Magisterio y Psicopedagogía.  
Laura es una mujer madrileña con otro tipo de discapacidad: la de no poder encontrar a nadie con quien sentirse verdaderamente a gusto y quizá también la de no haber podido reconciliarse con el mundo.  
Un día, Daniel comienza a trabajar en la administración pública y allí conoce a Laura. Ambos personajes pronto se compenetran de manera especial y el amor empieza a surgir más por parte de Daniel que de Laura.
Yo, también, protagonizada por la ya conocida actriz Lola Dueñas (Mar adentro) y el novel Pablo Pineda, nos muestra dos mundos difíciles y unidos por las circunstancias. Álvaro Pastor y Antonio Naharro se valen de la figura del discapacitado con síndrome de Down para hacernos llegar una bonita y simpática historia de amistad y de amor. Asimismo, desechan la lágrima fácil y el sentimentalismo barato en pos de una historia tierna y con toques de humor. De esta manera, los noveles directores consiguen de forma satisfactoria acercar y normalizar la figura del deficiente mental.
Por supuesto, no debemos olvidar los grandes trabajos interpretativos de los protagonistas. Si ya pudimos advertir en la tan premiada Mar adentro las grandes dotes artísticas de la madrileña, en Yo, también consigue consolidarse como una de las grandes actrices españolas del momento. Por su parte, Pablo Pineda, al que nunca antes habíamos visto, nos sorprende con una asombrosa capacidad interpretativa que puede obsevarse en sus expresiones faciales, en su manera de moverse, así como en los diálogos.
En la parte técnica, destaca una fotografía de calidad, con planos profesionales y artísticos. En consonancia con esto, las técnicas cinematográficas aparecen acompañando a la historia en sí, un ejemplo lo vemos en el uso de las escenas de sexo. Así, mientras que las escenas de puro sexo sin amor entre Laura y los distintos tipos con los que se acuesta se nos muestran de manera abrupta e inmersas en una atmósfera de suciedad y caos; la escena de sexo entre Laura y Daniel es tratada con delicadeza y respeto, resultando de una gran calidad artística y narratológica el fundido que aparece, no mostrando nada cuando no hay que mostrarlo y dejando al espectador la tarea de imaginar lo que sabemos qué pasó. Todo esto es lógico, puesto que, como la propia Laura le confiesa a Daniel, ella se ha acostado con muchos hombres a lo largo de su vida, más de los que caben en esta habitación, pero nunca ha hecho el amor.
No es esta una película de moral barata, es una película para disfrutarla y comprender un poco mejor a todos aquellos que sufren síndrome de Down, eso sí, siempre sin llevarnos al llanto fácil. Así se manifiesta en su simpático final.

domingo, 25 de julio de 2010

"The road", Cormac McCarthy (2006)




La última novela de Cormac McCarthy, autor de No es país para viejos, se publicó en el año 2006 bajo el título original de The road (La carretera). La novela ganó el Premio Pulitzer y ha sido llevada recientemente al cine.
El argumento es aparentemente bien sencillo: un padre y su hijo son uno de los pocos supervivientes que hay sobre la Tierra y su día a día consiste en conseguir escapar de los caníbales que asolan los rincones de un planeta que poco tiene que ver con lo que de él conocemos. El apocalipsis se palpa en el ambiente y se manifiesta en el espacio donde aparecen nuestros personajes: lluvia de ceniza, un mar gris, ausencia de aves, etc. Así, la naturaleza y los seres humanos apenas han podido sobrevivir; sin embargo, el padre y el hijo intentarán burlar las leyes naturales, dirigiéndose hacia un lugar donde creen firmemente que ese apocalipsis no habrá podido arrivar: el Sur. El Sur se manifiesta como el sueño idílico para ambos y hacia el que dirigen y concentran todas sus fuerzas.
Con todo, cabe preguntarse qué tiene de especial y distinta la novela de Cormac McCarthy, puesto que son muchas las historias tanto literarias como fílmicas donde se nos narra un mundo dominado por el fin de los tiempos. Así, la prosa de McCarthy resulta a primera vista sorprendente, llana, fácil de comprender, pero, a la vez, se nos resiste a la hora de intentar alcanzarla, a la hora de que el lector intente llevar a cabo ese pacto y adentrarse de lleno en lo que se nos cuenta, ello se debe a esa lejanía y falta de sentimientos que desea mostrar el autor. De esta manera, nos damos cuenta a lo largo de toda la historia de cómo el narrador, en tercera persona y omnisciente, se mantiene totalmente imparcial con respecto a sus personajes, no se decanta por ninguno y, aunque es omnisciente, puesto que es capaz de mostrarnos lo que siente el padre en muchas ocasiones, se nos aparece en otras ocasiones como una mera herramienta a través de la cual podemos colarnos en la vida de nuestros personajes. Asimismo, a través de los diálogos entre el padre y el hijo podemos observar también esa sequedad, ese cansancio ahogado por la búsqueda incesante de algo que no se sabe si existirá. Y, sin duda, el propio hecho de que los personajes no tengan nombre responde también a ese afán de Cormac McCarthy por separarse de sus personajes, por simplemente mostrarnos a un padre y a un hijo que podrían ser cualquiera, que no desea que se concreten. En este sentido, el autor de La carretera nos recuerda a la idea tan conocida del dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht, quien abogaba por un distanciamiento para poder hacer llegar mejor la historia al lector y así concienciarlo. No sabemos si McCarthy ha querido exactamente eso, pero sí que podemos ver ese distanciamiento que nos remite al escritor alemán.
El mayor acierto del libro es comenzar in medias res, es decir, con la historia ya empezada, de manera que, sin resultar una narración abrupta, el escritor adentra al lector de lleno en su historia sin presentar un comienzo que nos vaya explicando qué ha sucedido. Asimismo, son de gran ayuda y utilizadas de manera satisfactoria las analepsis o flashback que nos remiten a un tiempo anterior.
Sin embargo, el handicap de La carretera reside en el propio hecho de disponer tan solo de dos personajes, lo cual puede resultar en ocasiones un tanto soporífero; muchas veces McCarthy consigue dominar y hacer de lo que parece una desventaja una gran ventaja; sin embargo, en no pocas ocasiones el autor no logra mantener al lector atento y alerta.




domingo, 20 de junio de 2010

"Soldados de Salamina", Javier Cercas (2001)

Javier Cercas publicó en el año 2001, en Tusquets, Soldados de Salamina, novela que ha sido reeditada nada menos que cuarenta y un veces. En ella, Javier Cercas utiliza un periodo histórico tan importante y tan recurrido como la Guerra Civil española; sin embargo, lo que distingue a la novela de Cercas del resto de obras literarias y cinematográficas que utilizan este recurso para llegar con mayor facilidad al gran público, es la inclusión del personaje Rafael Sánchez Ferlosio y, unido a esto, la excelente manera de conjugar en un mismo libro realidad y ficción. Así, Rafael Sánchez Ferlosio fue el ideólogo de la Falange, además de escritor. Hasta aquí todo es realidad, pues el personaje existió y la Guerra Civil es un hecho histórico de nuestro país. Sin embargo, Cercas no pretende quedarse tan solo en las investigaciones puras ni ofrecernos un libro de seudohistoria, sino que intenta, y es evidente que lo consigue, valerse de esa Historia española para trazar su historia ficticia. Así, nos encontramos con un episodio que es el detonante de las investigaciones del protagonista, cuyo nombre también es Javier Cercas: la salvación casi milagrosa del ideólogo de la Falange, supuestamente fusilado, que huyó y fue encontrado por un miliciano del bando republicano, quien le perdonó la vida. El lector, tras leer la primera parte, se preguntará, llevado por la curiosidad, si este hecho ocurrió de verdad durante la Guerra Civil española o si es simplemente parte del mundo literario de la novela. Sin embargo, esa cuestión se irá desvaneciendo conforme la lectura vaya avanzando, pues el autor en ningún momento nos quiere hacer creer que eso es cierto más allá de la seudorrealidad de su ficción. Al final, lo que menos interesa es averiguar si aquello que se nos está contando es real o si el Javier Cercas que aparece introducido como personaje podría corresponderse con el Javier Cercas que firma la novela; lo verdaderamente importante e impactante es el saber hacer de la novela, el saber introducir en el seudotiempo de la novela momentos reales y personajes que de verdad existieron, como el escritor Roberto Bolaño, quien aparece retratado como personaje de una manera excelente.



sábado, 19 de junio de 2010

"La reina sin espejo", Lorenzo Silva (2005)

Lorenzo Silva publicó en noviembre del año 2005, en Destino, su cuarta entrega de una serie de novelas policiacas protagonizadas por la simpática pareja de guardias civiles Bevilacqua y Chamorro. Esta vez sus investigaciones acerca del extraño asesinato de Neus Barutell, una periodista conocida, los llevarán a Barcelona, lugar donde, según podemos entrever en las reflexiones psicológicas de Bevilacqua o Vila, como así lo llaman, este vivió momentos difíciles años atrás. Sin duda, es este ingrediente de la historia, además de la manera de mover y de introducirnos de lleno en las investigaciones policiales, el que hace de La reina sin espejo una novela interesante y capaz de provocar al lector grandes sesiones de simpatía, humor, nostalgia y reflexiones. Asimismo, resulta muy acertada la manera en que Lorenzo Silva nos lleva de la mano junto a los guardias civiles y nos proporciona un pase vip con el que podemos indagar en los sentimientos de algunos personajes, como el viudo de Neus Barutell o el propio Vila, o presenciar todos los pasos de la investigación policial.

No se trata tan solo de resolver un caso y de proporcionar al lector grandes dosis de intriga sin más, lo cual también está incluido en esta novela, pero, por encima de la incógnita que hay por resolver sobre quién o quiénes y cómo mataron a la periodista, se encuentran trazadas las relaciones interpersonales, así como las miradas introspectivas, a través de una manera de escribir clara, sencilla y precisa, perfilada con una acertada primera persona como voz narrativa. Los personajes se nos van presentando y van tomando cada vez más forma a medida que vamos avanzando en nuestra lectura.

Finalmente, son de gran interés los elementos intertextuales hallados en esta novela, sobre todo aquellos que nos remiten a la famosa obra de Lewis Carroll, Alicia a través del espejo. Se trata de una sabia y perfecta conjugación.



viernes, 18 de junio de 2010

"Manual de literatura para caníbales", Rafael Reig (2006)

Los Belinchón son una familia y generación de literatos movidos por el deseo de escribir la obra maestra. El problema es que todos ellos van por detrás de los movimientos literarios que se originan en cada época; así, uno de ellos se esfuerza por escribir el gran poema romántico cuando el Romanticismo ya ha llegado a su fin y se ha abierto paso el Naturalismo.

Rafael Reig utiliza el pretexto de los Belinchón para hacernos un recorrido nada convencional por todos los movimientos de la literatura hispánica, desde el Romanticismo de Larra o Espronceda hasta la literatura de nuestros días, con autores como Javier Marías. Por ello, no es extraño que encontremos la palabra “manual” en el título, ya que el autor pretende reestructurar la Historia de la literatura en lengua española, alejándose de los cánones tan asentados en los que se encuentra. Así, Rafael Reig, cual Nietzsche con martillo en mano, derrumba todas nuestras ideas forjadas sobre los autores más importantes de nuestra literatura y acaba con los manuales tan llenos de polvo que durante tanto tiempo nos han enseñado la vida y las obras de los autores. El propósito es claro: se trata de poner fin a esa mitificación de los autores literarios más prestigiosos, a la que, sin duda, han dado lugar esos manuales que tanto nos alejan de los literatos. Por ello, Rafael Reig, con grandes dosis de humor y perfecta irreverencia, nos acerca a los grandes clásicos y a los autores actuales, destruye las distancias entre lector y autor y nos presenta a esos escritores como lo que fueron y lo que son: personas de carne y hueso como todos nosotros, con defectos, que se dedican al curioso oficio de la literatura. Así, no es de extrañar que el autor nos hable de manera tan poco ortodoxa de la tan conocida homosexualidad de Federico García Lorca o de su afán de protagonismo en cada reunión.

Cada capítulo o, mejor dicho, cada tema está acompañado por unos ejercicios propuestos por el autor y unos comentarios en los que el propio Rafael Reig instala su propio canon literario, muy alejado de las premisas literarias y todo lo políticamente correcto.



miércoles, 16 de junio de 2010

"Amor, curiosidad, prozac y dudas", Lucía Etxebarría (1997)


Rosa, Cristina y Ana son tres hermanas y cada una de ellas representa un tipo de mujer: la ejecutiva perfecta, la mujer rebelde contra todo, refugiada en las drogas, el alcohol y el sexo, y la mujer deprimida.

Lucía Etxebarría eligió estos tres prototipos de mujeres para saltar al mundo literario con su primera novela: Amor, curiosidad, prozac y dudas. Por supuesto, ya el título nos da una gran pista del argumento de la obra: personajes perdidos, relaciones amorosas tormentosas y una controvertida relación con todo aquello que está prohibido o mal visto. Así eligió Lucía Etxebarría darse a conocer en el mundo literario. Por ello, nada de lo que aparece en el libro es casualidad: no es casualidad que los personajes principales sean mujeres, que una de ellas adopte una pose aparentemente vulgar y rebelde, que las tres estén marcadas por los sufrimientos amorosos, que otra sea una alta ejecutiva y que la otra esté deprimida y enganchada al prozac. El mensaje es claro: la autora quiere hablarnos de la imagen de la mujer y de sus problemas, quiere presentarse desde un primer momento como una escritora feminista. Sin embargo, no parece que la obra acompañe a esa empresa, que más bien podríamos catalogar como seudofeminismo. Así, encontramos en la novela numerosos clichés y estereotipos que, lejos de ahondar en el problema de las mujeres, nos presentan a una mujer que pocas quisiéramos ser. Da la sensación de que Lucía Etxebarría liga el feminismo con las drogas, el alcohol y, sobre todo, con tener que adoptar un rol que no tiene por qué ser el nuestro y que resulta exagerado. El hecho de que la autora nos retrate a la trabajadora nata como una mujer que solo se preocupa por su trabajo y sus negocios se aleja muchísimo de la realidad y no parece que contribuya a esa igualdad que tanto le gustaría reclamar a Lucía Etxebarría a través de sus obras. Todo lo contrario, la imagen de la mujer sigue siendo la misma: la mujer sigue estando esclavizada al hombre (ello se observa perfectamente en las depresiones post-relación sentimental) y solo encuentra su salida si se comporta como un hombre. Por si esto fuera poco, nos encontramos frente a una prosa manida, impostada y que no consigue que el lector llegue a introducirse de lleno en la historia, sino que lo aparta de ella. Es evidente cómo Lucía Etxebarría quiere llamar la atención y resultar controvertida a través de Cristina, pero, lejos de ello, lo que realmente consigue la autora es ofuscar al lector con un planteamiento tan cutre sobre la desigualdad entre hombres y mujeres y la lucha continua de la mujer, muy alejado del verdadero feminismo y de la novela feminista de verdad, como Simone de Beauvoir o Virginia Woolf.