martes, 25 de septiembre de 2012

El gran Gatsby, Scott Fitzgerald (1925)


Tras tener algo dejado el blog, intento volver a la carga con uno de los grandes clásicos. Esta vez, traigo doble reseña, aparte de la mía, quiero compartir también la de Alejandro Godoy González, quien se estrena en las reseñas literarias con una gran simpatía:


Un chico está escribiendo en el encerado de la pizarra una frase repetitivamente; purga el castigo de una profesora que imparte justicia. Como una salmodia repite en su cabeza -Francis Scott Fitzgeraldes el autor de El Gran Gastby. Una y otra vez y otra y otra, como un soniquete, ya lo sabe “la letra con sangre entra”.

Llega a casa, come frugal, come lo que hay. Se tumba en el sofá y cuando aparece el cansancio en la boca de su padre, sale a la calle rumbo a la biblioteca. Saluda al encargado. Investiga sobre Fitzgerald, nació en el estado de Minnesota, uno de los Estados Unidos de América del Norte, en el año 1896. Estuvo en la Primera Guerra Mundial, la “Gran Guerra”, -ja!, como si alguna guerra pudiera considerarse grande- susurra como un serafín circunspecto. -Seguramente Gatsby tampoco sea tan grande-sentencia.

Casado con Zelda Sayre, la cual sufrió esquizofrenia a la edad de 30 años y murió en un incendio hospitalario con 47 años. Fitzgerald murió de un ataque al corazón 8 años antes seguramente debido en parte, a sus excesos con el alcohol. -Eso quiere decir que murió joven, otro escritor más que no peló canas- piensa que ser escritor es una profesión de alto riesgo, jamás se le pasaría por la cabeza dedicarse a escribir.

En seguida le llama la atención el fuerte contraste entre la gran cantidad cuentos que tiene publicados y el estiaje de sus novelas. Baja el dedo índice sobre la ficha de papel que ha sacado de los archivadores, acusa las siguientes:

F.Scott Fitzgerald
“A este lado del paraíso”-1920
“Hermosos y malditos” -1921
-Te encontré “El gran Gatsby” -1925
“Suave es la noche” -1934

Va a la estantería, el libro está disponible, lo ojea, no tiene claro si realmente despierta su interés. Decide llevárselo de sopetón.



Han pasado 20 años. Entra en el bar 230 de la Quinta Avenida de Nueva York. Pide un capuchino mientras abre su portátil sobre la mesa. Hoy tiene morriña. Busca un blog de su tierra sureña. El azar le lleva a uno un poco hosco, parece que la temática es cinematográfica, pero la última entrada es de un viejo conocido de la ficción literaria.

En cuestión de segundos, rememora aquel libro grande, no de tamaño, sino de esencias, -Jay Gatsby, tú y tus sueños me trajisteis hasta la gran manzana.



Hace memoria, lee y recuerda……

La historia se desarrolla a través de la figura de Nick Carraway, narrador testigo, que se asienta en una humilde casa de “West Egg” en Long Island. Nótese el sentido del humor que emplea Fitzgerald, el cual es perceptible de manera soterrada a lo largo de toda la novela.
Nick ha llegado a Nueva York para trabajar en el “negocio” de los bonos. Son los años 20 americanos, años alocados y como se suele decir felices, al menos lo fueron hasta aquel martes negro del octubre de 1929.
Al otro lado de la bahía, en el “huevo oriental”, lugar donde residen los más adinerados de los ricos, vive un matrimonio, dos viejos (des)conocidos; su prima segunda Daisy, mujer de personalidad dispersa y madre una hija de tres años junto a Tom Buchanan, afamado jugador de polo, con el cual Nick había coincidido someramente en su periplo Universitario. 
Dos ricos con tanto tiempo y dinero como para ir derrochando vida por las esquinas.
En esa primera visita Nick conoce a Jordan Baker, jugadora profesional de golf, con la que tendrá un lacónico affaire.
Hay que tener en cuenta que la novela está estructurada de tal forma que se puede leer en varias capas, tiene una lectura directa y liviana, pero bajo el cobijo de este barniz se dibujan los vericuetos de las personalidades que se dan cita en la obra.

-A varias capas!, estos críticos de blog son muy snob. Da un buen sorbo a su capuchino y busca con la mirada lo que realmente le interesa, lo encuentra unos párrafos más abajo en negrita, -bien, como debe ser.

¿Quién es el gran Gatsby?
“Jay Gatsby nació de la concepción platónica de sí mismo” Esa es la gran verdad del gran personaje.
Gatsby es la respuesta a los sueños de progresar en la sociedad capitalista, donde el dinero marca tu posición en la misma.
Gatsby es el hombre hecho a sí mismo, que lucha por escapar de su destino, que no se resigna a ser un “don nadie” en la vida.
Gatsby es un soñador, que en ocasiones pierde el contacto con la realidad para ser fiel al personaje, asumiendo rasgos de quijote contemporáneo.
Gatsby que sabía y no sabía de negocios turbios.
Gatsby un hombre sin preparación, un megalómano con delirios de grandeza, pero con una mente rápida, ágil, inteligente, siempre despierta para alcanzar su quimera.

En resumidas cuentas, Gatsby que según la hermosa descripción de Nick en las primeras páginas:  “…Representaba todo aquello por lo que sentía un genuino desprecio….. resultó un buen tipo al final; es lo que acechaba a Gatsby, el polvo sucio que flotaba en la estela de sus sueños lo que saldó temporalmente mi interés en los pesares abortivos y las euforias cortos de cuello de los hombres”.
¿Y quién no ha sido un poco Gatsby a lo largo de su vida?

Cierra el blog, apaga el ordenador. Durante unos minutos se queda mirando el trasiego de gente tras la ventana del bar. Almas que vagan sin objetivos, a la deriva.
Finalmente, se levanta, paga la cuenta y se va
Dobla la esquina y se dirige a su pagoda personal, en el 620 de la Octava Avenida, un despacho quedo espera para observar la elaboración de su columna de opinión del jueves en el New York Times.




- Begoña Molina Prieto:


La obra más famosa de Scott Fitzgerald y una de las más populares de la llamada “Generación perdida”, El gran Gatsby, fue editada por primera vez en el año 1925. Nick Carraway nos narra la asombrosa e intrigante vida del protagonista que da título al libro.
Lo primero que hace que el lector quede atrapado en la historia es la manera en que nos presenta el narrador homodiegético a Gatsby. En primer lugar, va aportando retazos de su carácter, de manera que el lector pueda crearse una primera imagen que, sin duda, puede llegar a ser equívoca. Esa primera imagen se encuentra, pues, contaminada por el ambiente superficial y ambicioso propio de los años 20. Así, las continuas fiestas lujosas, los personajes adinerados y las conversaciones un tanto superfluas van instalándose en la historia. De esta manera, Scott Fitzgerald va trazando un panorama en el que se llega a comprender mejor la figura de Gatsby y su comportamiento. Este ya nos es adelantado por el propio narrador al principio de la novela:

lo que le devoraba era el turbio polvo flotando en la estela de sus sueños

Inquietante y taxativa frase que adelanta el sino desdichado del protagonista. Asimismo, esos sueños que terminan devorando a Gatsby entran en paralelismo con la propia falta de sueños más allá del dinero, los lujos y las apariencias, que se pueden observar en las vidas de Daisy y su marido.
Los sueños, como podemos observar al ir avanzando en nuestra lectura de la gran novela de Fitzgerald, consiguen arrastrar hasta el fondo a Gatsby, quien, en su locura por recuperar su antiguo amor, se ve capaz de llegar a hacer cualquier cosa, sin importarle las consecuencias de sus actos. Es justo ahí, en esa locura y ese afán de perseguir los sueños, sin nada más que importe, donde podemos encontrar un comportamiento “quijotesco” en Gatsby. Así, al igual que Don Quijote no duda en salir en busca de aventuras, cual caballero armado, Jay Gatsby no atiende a nada más que no sea el amor hacia Daisy. Tanto la batalla del Quijote, como la del protagonista de la novela que venimos reseñando, están ya perdidas desde un principio, aunque ni uno ni otro tolera resignarse.
En definitiva, la novela nos deja con un sabor agridulce: dulce por las descripciones tan llenas de luz que hace el narrador de la historia; agria por el terrible paradero del protagonista. Tras su lectura, nos quedamos con la siguiente reflexión: ¿es realmente necesario perseguir los sueños, a pesar de que estos pertenezcan al pasado, y luchar contra molinos de viento? ¿o tal vez haya que saber distinguir entre la utopía y la realidad?

Gatsby creía en la luz verde, el orgiástico futuro que, año tras año, aparece ante nosotros... Nos esquiva, pero no importa; mañana correremos más deprisa, abriremos los brazos, y... un buen día... Y así vamos adelante, botes que reman contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado.


 

domingo, 20 de mayo de 2012

La mecánica del corazón, Mathias Malzieu (2009)


La mecánica del corazón es la segunda novela -y la más conocida- del escritor y cantante francés Mathias Malzieu. Se editó por primera vez en septiembre de 2009, de la mano de la editorial Random House Mondadori, en la colección Reservoir Books.
Calificada por la crítica como cuento para niños y mayores, Mathias Malzieu ahonda en los miedos de las personas, en el doloroso proceso que supone pasar de la niñez a la adolescencia, en definitiva, de lo cruel que resulta muchas veces crecer, y en la manera que tenemos los seres humanos de manejar nuestro propio corazón.
El 16 de abril de 1874, el día más frío del año, nació en Edimburgo Jack, little Jack. Debido a las altas temperaturas, su corazón resultó estar congelado, de manera que la matrona, Madeleine, le colocó un reloj de cuerda a modo de corazón. 
La madre de Jack huyó, dejando a este a cargo de Madeleine, quien lo protegió durante años para que no conociera el mundo exterior, pues creyó que podría perjudicarle debido a su minusvalía. Pero un buen día, Jack decide ir a visitar la ciudad, donde contempla a una pequeña cantante, de la que queda totalmente enamorado, aun sabiendo los peligroso que el amor es para su delicado corazón de madera. A partir de aquí, Jack no puede sino desobedecer los consejos de Madeleine:

Primero, no toques las agujas de tu corazón. Segundo, domina tu cólera. Tercero y más importante, no te enamores jamás de los jamases. Si no cumples estas normas, la gran aguja del reloj de tu corazón traspasará tu piel, tus huesos se fracturarán y la mecánica del corazón se estropeará de nuevo.

Así, iniciará un viaje en busca de su amada, quien se marcha a Granada. 
Jack se deberá enfrentar a los problemas y al rechazo que su reloj-corazón le ha provocado desde pequeño. Asimismo, el viaje supondrá para él un aprendizaje sobre cómo enfrentarse al miedo, como los funambulistas, que jamás piensan que van a caerse. El pequeño Jack viaja, así, desde Edimburgo a Granada con la ilusión de reencontrarse con Miss Acacia, la cantante de la que quedó prendado.
La mecánica del corazón es una novela de amor, de miedos, de aprendizaje, de dolor. Una historia que investiga sobre el paso de la niñez a la madurez, a través de una primera persona que permite desnudar al protagonista y llegar a conocerlo, así como una prosa delicada.




viernes, 17 de septiembre de 2010

"Nocilla Experience", Agustín Fernández Mallo (2008)


Nocilla Experience es la segunda entrega de la trilogía Proyecto Nocilla, de Agustín Fernández Mallo. El autor la define como un caleidoscopio ficcional; así, en la misma línea que su predecesora, recoge retazos, imágenes, momentos, trozos de novelas, recortes de prensa. Todo cabe en ese mundo nocillero, parece decirnos Fernández Mallo con su obra, pero, por supuesto, todo tiene cabida si sabes cómo incluirlo y dónde. 
Por tanto, no se aleja el escritor de ese extrañamiento ni de esa guerra contra el hilo argumental y sigue abogando por una literatura fragmentada, donde el lector pueda navegar libremente por un mar lleno de recortes ficcionales. Asimismo, quizá podríamos comparar el libro con un museo donde se encuentran colgados numerosos cuadros por los que las personas se van paseando.
Sin embargo, lo que diferencia a Nocilla Experience de Nocilla Dream es el manejo de las situaciones y de los personajes, así como las imágenes, las cuales consigue hacer más suyas Agustín Fernández Mallo. En consonancia con esto, cabe resaltar el hecho de que el escritor logre interiorizar de manera más satisfactoria todas esas referencias culturales que aparecen en la obra y que le sirven de apoyo para su prosa.
Con respecto a los personajes y a sus situaciones, estos los vemos mucho más sólidos, mejor planteados. Así, resultan emocionantes las referencias y semejanzas entre las historias y las situaciones de distintos personajes, e incluso nos llegamos a asombrar al vislumbrar cómo un personaje logra salir de su viñeta para acceder a la del otro; de forma que Fernández Mallo relaciona finalmente dos historias que nada parecían tener que ver. Sin embargo, siempre lo hace siendo fiel a su no-argumento.
Todo esto nos hace pensar que el escritor ha conseguido encajar mucho mejor, y de manera más personal, las piezas que conforman ese rompecabezas llamado Nocilla Experience, o, también podríamos decir, literatura, pues, como ocurre en la obra de Fernández Mallo, todo se encuentra interrelacionado.



sábado, 14 de agosto de 2010

"Yo, también", Álvaro Pastor y Antonio Naharro (2009)

Daniel es un chico sevillano de 34 años con síndrome de Down; sin embargo, esta discapacidad no le ha impedido ser el primer europeo con esta deficiencia en obtener dos títulos universitarios: Magisterio y Psicopedagogía.  
Laura es una mujer madrileña con otro tipo de discapacidad: la de no poder encontrar a nadie con quien sentirse verdaderamente a gusto y quizá también la de no haber podido reconciliarse con el mundo.  
Un día, Daniel comienza a trabajar en la administración pública y allí conoce a Laura. Ambos personajes pronto se compenetran de manera especial y el amor empieza a surgir más por parte de Daniel que de Laura.
Yo, también, protagonizada por la ya conocida actriz Lola Dueñas (Mar adentro) y el novel Pablo Pineda, nos muestra dos mundos difíciles y unidos por las circunstancias. Álvaro Pastor y Antonio Naharro se valen de la figura del discapacitado con síndrome de Down para hacernos llegar una bonita y simpática historia de amistad y de amor. Asimismo, desechan la lágrima fácil y el sentimentalismo barato en pos de una historia tierna y con toques de humor. De esta manera, los noveles directores consiguen de forma satisfactoria acercar y normalizar la figura del deficiente mental.
Por supuesto, no debemos olvidar los grandes trabajos interpretativos de los protagonistas. Si ya pudimos advertir en la tan premiada Mar adentro las grandes dotes artísticas de la madrileña, en Yo, también consigue consolidarse como una de las grandes actrices españolas del momento. Por su parte, Pablo Pineda, al que nunca antes habíamos visto, nos sorprende con una asombrosa capacidad interpretativa que puede obsevarse en sus expresiones faciales, en su manera de moverse, así como en los diálogos.
En la parte técnica, destaca una fotografía de calidad, con planos profesionales y artísticos. En consonancia con esto, las técnicas cinematográficas aparecen acompañando a la historia en sí, un ejemplo lo vemos en el uso de las escenas de sexo. Así, mientras que las escenas de puro sexo sin amor entre Laura y los distintos tipos con los que se acuesta se nos muestran de manera abrupta e inmersas en una atmósfera de suciedad y caos; la escena de sexo entre Laura y Daniel es tratada con delicadeza y respeto, resultando de una gran calidad artística y narratológica el fundido que aparece, no mostrando nada cuando no hay que mostrarlo y dejando al espectador la tarea de imaginar lo que sabemos qué pasó. Todo esto es lógico, puesto que, como la propia Laura le confiesa a Daniel, ella se ha acostado con muchos hombres a lo largo de su vida, más de los que caben en esta habitación, pero nunca ha hecho el amor.
No es esta una película de moral barata, es una película para disfrutarla y comprender un poco mejor a todos aquellos que sufren síndrome de Down, eso sí, siempre sin llevarnos al llanto fácil. Así se manifiesta en su simpático final.

domingo, 25 de julio de 2010

"The road", Cormac McCarthy (2006)




La última novela de Cormac McCarthy, autor de No es país para viejos, se publicó en el año 2006 bajo el título original de The road (La carretera). La novela ganó el Premio Pulitzer y ha sido llevada recientemente al cine.
El argumento es aparentemente bien sencillo: un padre y su hijo son uno de los pocos supervivientes que hay sobre la Tierra y su día a día consiste en conseguir escapar de los caníbales que asolan los rincones de un planeta que poco tiene que ver con lo que de él conocemos. El apocalipsis se palpa en el ambiente y se manifiesta en el espacio donde aparecen nuestros personajes: lluvia de ceniza, un mar gris, ausencia de aves, etc. Así, la naturaleza y los seres humanos apenas han podido sobrevivir; sin embargo, el padre y el hijo intentarán burlar las leyes naturales, dirigiéndose hacia un lugar donde creen firmemente que ese apocalipsis no habrá podido arrivar: el Sur. El Sur se manifiesta como el sueño idílico para ambos y hacia el que dirigen y concentran todas sus fuerzas.
Con todo, cabe preguntarse qué tiene de especial y distinta la novela de Cormac McCarthy, puesto que son muchas las historias tanto literarias como fílmicas donde se nos narra un mundo dominado por el fin de los tiempos. Así, la prosa de McCarthy resulta a primera vista sorprendente, llana, fácil de comprender, pero, a la vez, se nos resiste a la hora de intentar alcanzarla, a la hora de que el lector intente llevar a cabo ese pacto y adentrarse de lleno en lo que se nos cuenta, ello se debe a esa lejanía y falta de sentimientos que desea mostrar el autor. De esta manera, nos damos cuenta a lo largo de toda la historia de cómo el narrador, en tercera persona y omnisciente, se mantiene totalmente imparcial con respecto a sus personajes, no se decanta por ninguno y, aunque es omnisciente, puesto que es capaz de mostrarnos lo que siente el padre en muchas ocasiones, se nos aparece en otras ocasiones como una mera herramienta a través de la cual podemos colarnos en la vida de nuestros personajes. Asimismo, a través de los diálogos entre el padre y el hijo podemos observar también esa sequedad, ese cansancio ahogado por la búsqueda incesante de algo que no se sabe si existirá. Y, sin duda, el propio hecho de que los personajes no tengan nombre responde también a ese afán de Cormac McCarthy por separarse de sus personajes, por simplemente mostrarnos a un padre y a un hijo que podrían ser cualquiera, que no desea que se concreten. En este sentido, el autor de La carretera nos recuerda a la idea tan conocida del dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht, quien abogaba por un distanciamiento para poder hacer llegar mejor la historia al lector y así concienciarlo. No sabemos si McCarthy ha querido exactamente eso, pero sí que podemos ver ese distanciamiento que nos remite al escritor alemán.
El mayor acierto del libro es comenzar in medias res, es decir, con la historia ya empezada, de manera que, sin resultar una narración abrupta, el escritor adentra al lector de lleno en su historia sin presentar un comienzo que nos vaya explicando qué ha sucedido. Asimismo, son de gran ayuda y utilizadas de manera satisfactoria las analepsis o flashback que nos remiten a un tiempo anterior.
Sin embargo, el handicap de La carretera reside en el propio hecho de disponer tan solo de dos personajes, lo cual puede resultar en ocasiones un tanto soporífero; muchas veces McCarthy consigue dominar y hacer de lo que parece una desventaja una gran ventaja; sin embargo, en no pocas ocasiones el autor no logra mantener al lector atento y alerta.




domingo, 20 de junio de 2010

"Soldados de Salamina", Javier Cercas (2001)

Javier Cercas publicó en el año 2001, en Tusquets, Soldados de Salamina, novela que ha sido reeditada nada menos que cuarenta y un veces. En ella, Javier Cercas utiliza un periodo histórico tan importante y tan recurrido como la Guerra Civil española; sin embargo, lo que distingue a la novela de Cercas del resto de obras literarias y cinematográficas que utilizan este recurso para llegar con mayor facilidad al gran público, es la inclusión del personaje Rafael Sánchez Ferlosio y, unido a esto, la excelente manera de conjugar en un mismo libro realidad y ficción. Así, Rafael Sánchez Ferlosio fue el ideólogo de la Falange, además de escritor. Hasta aquí todo es realidad, pues el personaje existió y la Guerra Civil es un hecho histórico de nuestro país. Sin embargo, Cercas no pretende quedarse tan solo en las investigaciones puras ni ofrecernos un libro de seudohistoria, sino que intenta, y es evidente que lo consigue, valerse de esa Historia española para trazar su historia ficticia. Así, nos encontramos con un episodio que es el detonante de las investigaciones del protagonista, cuyo nombre también es Javier Cercas: la salvación casi milagrosa del ideólogo de la Falange, supuestamente fusilado, que huyó y fue encontrado por un miliciano del bando republicano, quien le perdonó la vida. El lector, tras leer la primera parte, se preguntará, llevado por la curiosidad, si este hecho ocurrió de verdad durante la Guerra Civil española o si es simplemente parte del mundo literario de la novela. Sin embargo, esa cuestión se irá desvaneciendo conforme la lectura vaya avanzando, pues el autor en ningún momento nos quiere hacer creer que eso es cierto más allá de la seudorrealidad de su ficción. Al final, lo que menos interesa es averiguar si aquello que se nos está contando es real o si el Javier Cercas que aparece introducido como personaje podría corresponderse con el Javier Cercas que firma la novela; lo verdaderamente importante e impactante es el saber hacer de la novela, el saber introducir en el seudotiempo de la novela momentos reales y personajes que de verdad existieron, como el escritor Roberto Bolaño, quien aparece retratado como personaje de una manera excelente.



sábado, 19 de junio de 2010

"La reina sin espejo", Lorenzo Silva (2005)

Lorenzo Silva publicó en noviembre del año 2005, en Destino, su cuarta entrega de una serie de novelas policiacas protagonizadas por la simpática pareja de guardias civiles Bevilacqua y Chamorro. Esta vez sus investigaciones acerca del extraño asesinato de Neus Barutell, una periodista conocida, los llevarán a Barcelona, lugar donde, según podemos entrever en las reflexiones psicológicas de Bevilacqua o Vila, como así lo llaman, este vivió momentos difíciles años atrás. Sin duda, es este ingrediente de la historia, además de la manera de mover y de introducirnos de lleno en las investigaciones policiales, el que hace de La reina sin espejo una novela interesante y capaz de provocar al lector grandes sesiones de simpatía, humor, nostalgia y reflexiones. Asimismo, resulta muy acertada la manera en que Lorenzo Silva nos lleva de la mano junto a los guardias civiles y nos proporciona un pase vip con el que podemos indagar en los sentimientos de algunos personajes, como el viudo de Neus Barutell o el propio Vila, o presenciar todos los pasos de la investigación policial.

No se trata tan solo de resolver un caso y de proporcionar al lector grandes dosis de intriga sin más, lo cual también está incluido en esta novela, pero, por encima de la incógnita que hay por resolver sobre quién o quiénes y cómo mataron a la periodista, se encuentran trazadas las relaciones interpersonales, así como las miradas introspectivas, a través de una manera de escribir clara, sencilla y precisa, perfilada con una acertada primera persona como voz narrativa. Los personajes se nos van presentando y van tomando cada vez más forma a medida que vamos avanzando en nuestra lectura.

Finalmente, son de gran interés los elementos intertextuales hallados en esta novela, sobre todo aquellos que nos remiten a la famosa obra de Lewis Carroll, Alicia a través del espejo. Se trata de una sabia y perfecta conjugación.